18.8.09

El primer y casi único reality de Colombia


"Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla" es un aforismo que Martín de Francisco y Santiado Moure lograron comunicar de manera incompetentemente conciente, o concientemente incompetente, no lo sé, de tal forma que después de una década siguen vigentes.

Estos dibujos animados intencionalmente mediocres que no me atraían cuando estaban aún al aire, tal vez por mi edad y por su mismo aspecto y animación rudimentarios, son para mí hoy de los mejores programas que ha producido nuestra televisión, dejando muy por debajo a lo que millones de colombianos estamos obligados a ver en nuestros canales oficiales a toda hora.


Este par de personajes criticaban de manera frentera el escenario nacional, llevándonos a cuestionarnos con su humor negro a tal punto de genialidad, que episodios hechos hace más de 10 años pueden fácilmente reflejar la realidad colombiana de hoy en política, medios, indiosincracia, etc. y que sólo genera deseos de que vuelvan a salir en TV.

Afortunadamente vuelven por Internet, pero me causa un sinsabor que la población colombiana que no frecuenta YouTube no pueda ver este programa duramente educativo.

2.8.09

Cumbiamba en Barrio Abajo



Estas imágenes muestran un poco de lo que es un viernes de cumbiamba y fandango en Barrio Abajo. Un espacio fuera de época de carnaval en donde la cultura costeña se vive en todo su esplendor. El grupo de millo en el centro toca para las parejas y gozones que bailan formando un círculo a su alrededor. Ron y cerveza hacen olvidar el sudor.


El gaitero no puede más, al tamborero le duelen las manos, la voz no da más, pero no importa; entre el público hay incontables voluntarios que con gusto relevan a los cansados para garantizar que la fiesta se prolongue.

Es una rueda de cumbia urbana. El celular reemplaza a la vela como el objeto más brillante. No imperan los sombreros ni los machetes campesinos, pero si las gorras y las cámaras digitales. El pensamiento, la pinta de los participantes y los objetos alrededor del grupo de millo han cambiado, pero el sonido y el ritual son los mismos; los mismos gritos de sentimiento -Ueepaa!!- las mismas razas, la misma improvisación, manos o polleras en el aire, cadencias bajo la luna Barranquillera, la misma que ha alumbrado nuestras noches de cumbiamba por generaciones.

Ya compré mis tambores y espero aprender a ejecutarlos como se debe, para algún dia hacer mi parte en un Viernes de Barrio Abajo.