29.9.10

Descarga mental: Diseño vs. diseño



Malparidez existencial diseñística. Estoy en una Y, dos caminos: diseño metodológico, o diseño creativo. La vida no es blanco y negro, es una escala de grises; ninguna línea separa una cosa de la otra, pero llega un momento en que me pregunto quién soy como diseñador, qué quiero hacer, cuál es mi método, mis capacidades, mi potencial inalcanzado, mis errores; y mi cabeza me presenta esos dos caminos para solucionar mis dudas en primera medida: diseño metodológico o diseño creativo.

Empiezan las asociaciones. El diseño metodológico es controlado, eficiente, tal vez aburrido, pero donde todo sale bien; una idea abstracta que me ha servido de excusa para criticar la poca planeación que se hace evidente en cada aspecto de nuestra vida en este país. Comparo superficialmente nuestra cultura cortoplacista e improvisadora con las grandes economías donde todo parece funcionar, con los plazos, objetivos, métodos y resultados espectacularmente previstos.

En ese punto, aunque quiero, me doy cuenta que el diseño metodológico no es parte de mi esquema mental, de mi ADN cultural, de mi escala temporal. Soy impulsivo cuando se trata de trabajos por mi cuenta, y se me olvida toda la metodología, es mi punto débil, pero no puedo desprenderme de él, me persigue; y para ser bueno empíricamente, simplemente me falta mucho por hacer. Quiero manejar el protocolo, pero me es extraño y distante; quiero dejarme llevar, y más cuando muchos de los productos que más me enorgullece haber diseñado son aquellos que llegaron directo de un brainstorm, un pajazo mental, con cero metodología de por medio. Pero necesitaré credibilidad, seguridad, planeación, tanto para mí como para mis eventuales clientes.

Aunque pienso que el enfoque metodológico es eficiente, necesario, la aparente solución a todo, también lo percibo potencialmente aburrido y peligroso, como si matara la experimentación, como si fuera un bucle autocezgado de este mundo inmenso y mágico que no podemos reducir a simples variables y pasos lógicos. Nuestros antepasados y nuestros indígenas vieron y ven el mundo como algo sagrado, algo que la metodología del pensamiento positivista desconoce; parte de esa visión se mantiene en nosotros. Nada como ideas fuertes, fugaces, que seducen sólo por existir, que en su simpleza se relacionen con todo. Ilusión de un éxito anticipado, directo de la musa. Diseño creativo y experimental, rayando en arte.

Pero del arte nadie vive como dicen por ahí, y que lleve a equivocaciones o puntos muertos es tanto su fortaleza como su debilidad. Así que seguiré buscando el equilibrio. Por ahora, la respuesta corta es ACTUAR. Según la ley de las 10000 horas, eso es lo que necesito: camello y adquirir experiencia, porque soy un pupilo del diseño industrial y de la vida.

26.9.10

¿Y Google cómo lo haría?


Acabo de actualizar mi blog luego de terminar este libro de Jeff Jarvis, en el que explora el pensamiento 'Google' y cómo podría aplicarse en la mayoría de los sectores económicos. El man plantea que la gente, el público, tiene el poder de cambiar los viejos esquemas (suponiendo que pasemos gran parte de nuestra vida conectados a Google, suministrándole "datos") pues Google cambió para siempre la manera en la que se mueve la economía (Lo que me recordó este post: No-product economy).

Básicamente es una economía del regalo y de la apertura, donde en vez de manejar escasez (fundamento de la vieja economía) se gestiona la abundancia (creada por todos nosotros, sin costo, sobre plataformas gratuitas) y donde la responsabilidad y la calidad viene intrínseca al hacer público todo lo que una compañía o individuo hace, enfocándose en lo local, lo real, y no en las masas. Aborrece los átomos (productos físicos) y propone que cada marca o empresa, más que vender cosas como propiedad exclusiva, debe ser una plataforma para generar, para crear nuevas cosas de forma colaborativa (por donde pensamos ir en Bololó-Lab)

Me gustó la visión del man sobre los principios de Google aplicados a universidades, medios de comunicación, restaurantes, fábricas, y en general todo tipo de negocios, dibujando un futuro más abierto, libre y pa' qué pero emocionante.

Algo que no me tramó mucho es que el libro se sitúa casi exclusivamente en mercados de Gringolandia donde todo es 'perfecto', donde se veneran marcas como Starbucks o Nike (que me parecen una M!3RD4). Sin decir que por estos lares, donde el vivo vive del bobo, todavía no estamos preparados para la apertura. No vivimos conectados ni en persona y menos que vamos entregar toda nuestra vida o empresas a la web, por ahora.